Cuando los cristianos llegaron a aquellas tierras adoptaron la costumbre. Dice que fue san Bonifacio, hacia el año 700, quien cortó un árbol que representaba a uno de los dioses. En su lugar plantó un pino, que al ser perenne simbolizaba el amor de Dios. Lo adornó con manzanas, como símbolo del pecado original, y velas, que representaban la luz de Cristo. Con el tiempo, las manzanas y las velas se han ido transformando en luces y otros adornos.
Canción: