Dios escogió a David como rey de Israel (1000-980 a.C.) y le favoreció, ayudándole a fortalecer su reino. Y David era un buen rey, un hombre bueno y justo.
Pero David cometió un pecado muy grave: ordenó la muerte de un general de sus tropas y se casó con su mujer.
Primero no le dio importancia: ¡él era el rey! Pero cuando comprendió el mal que había hecho, David se arrepintió y pidió perdón a Dios sinceramente.
Para expresar su pena, casi no comía, vestía con harapos y lloraba noche y día. Hasta que Dios, por medio de un profeta, le hizo saber que le había perdonado.
David es el único ser humano de quien Dios ha dicho: "Un hombre según mi corazón".
"David tañendo su arpa ante Saúl", C. Gottlieb Schick |