David fue rey durante muchos años e hizo de Israel una nación importante y respetada.
En la ciudad de Jerusalén construyó su palacio, y fue la capital del reino. Organizó una gran fiesta para trasladar el Arca de la Alianza Jerusalén y compuso muchos salmos para alabar a Dios.
En ocasiones apartó de Dios pecando gravemente contra sus Mandamientos, pero después mostró su arrepentimiento de modo sincero y Dios le perdonó.
Al final de su vida el Señor le hizo una promesa muy importante: su dinastía iba a perdurar y de su descendencia nacería el Mesías (Jesús), Aquél que traería la Salvación definitiva.
En la ciudad de Jerusalén construyó su palacio, y fue la capital del reino. Organizó una gran fiesta para trasladar el Arca de la Alianza Jerusalén y compuso muchos salmos para alabar a Dios.
En ocasiones apartó de Dios pecando gravemente contra sus Mandamientos, pero después mostró su arrepentimiento de modo sincero y Dios le perdonó.
Al final de su vida el Señor le hizo una promesa muy importante: su dinastía iba a perdurar y de su descendencia nacería el Mesías (Jesús), Aquél que traería la Salvación definitiva.
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| "El rey David tocando el harpa", Gerard van Honthorst |
