Después de entrar en Jericó, a los israelitas les fue fácil conquistar Canaán. Una tras otra, las ciudades se rendían a su llegada. Y así, los descendientes de Abrahán, Isaac y Jacob se instalaron en la tierra que Dios les había prometido hacía siglos.
El pueblo de Israel se repartió la tierra en doce tribus o grupos de familias. Cada tribu era descendiente de uno de los hijos de Jacob y ocupaba una parte del país. Cada tribu se organizaba a su modo, sin un jefe único que mandara sobre todas ellas.
Pero los israelitas olvidaron pronto el mandamiento principal de la Alianza y se dejaron llevar por la tentación de adorar a los falsos dioses cananeos, a los que ofrecían sacrificios.
El pueblo de Israel se repartió la tierra en doce tribus o grupos de familias. Cada tribu era descendiente de uno de los hijos de Jacob y ocupaba una parte del país. Cada tribu se organizaba a su modo, sin un jefe único que mandara sobre todas ellas.
Pero los israelitas olvidaron pronto el mandamiento principal de la Alianza y se dejaron llevar por la tentación de adorar a los falsos dioses cananeos, a los que ofrecían sacrificios.